Restauro Crítico Restaurar,
reconstruir?
El
debate histórico, artístico, conceptual, iniciado en el siglo XVIII y XIX,
sobre la restauración o no, del legado histórico construido o semi destruido,
existente en la época, se inicia por las diferentes sensibilidades respecto al
tratamiento que merece el mismo, que despierta, entre los expertos y autores,
una conciencia necesaria para defender sus convicciones.
A
la restauración estilística, que lleva al límite el concepto entre, la
restauración y el proyecto “nuevo” a
estilo, los conceptos de la restauración; le surge una discutida Conservación a
ultranza de la ruina, posteriormente matizada con el restauro Científico, que
admite la necesidad de mantener y conservar con usos y contenidos, los
edificios en ruina; procediendo de una manera mixta, actuando pero en otro
estilo diferente al original.
Como
no podría ser de otra manera, una vez formalizada y consensuada la teoría y
observados algunos de sus resultados, provoca un areflexión, que genera una
evolución de la misma teoria. En un contexto de destrucción masiva y crisis
provocado por sucesivas guerras, una reflexión critica del restauro científico,
observa, que se aleja del valor artístico real de la obra derruida o en ruina.
La memoria común, la memoria social, exige la recuperación de la obra de arte y
de su significación real, tal cual fue; introduciendo el concepto del entorno, o “ambiente” alrededor
del monumento; o la consideración de entorno monumental, sumando construcciones
con menos valor histórico artístico como interesantes, para recuperar el propio
monumento. La necesidad de restaurar a imagen y semejanza de lo que fue, crea
pues su fundamento teórico, para justificar el valor artístico sobre el
histórico (que también) fundamentales para justificar su recuperación. Desarrolla
el concepto de la restauración a estilo, que si procede, se puede realizar
respetando escrupulosamente, el objeto original; valiéndonos para ello del
mayor conocimiento histórico – científico, disponible.
Las
nuevas tecnologías, la fotografía, los archivos históricos y las técnicas
constructivas, cada vez más avanzadas, permiten disponer de información y
capacidad suficiente, para llegar a conclusiones objetivas, necesarias para no
confundir, “la restauración” o “reconstrucción”, de “la reinterpretación”;
imposible con las normas del restauro científico, que no permitía componer las
partes a estilo de la ruina.
La vuelta de tuerca de ésta teoría respecto a sus
antecesoras, se basa a mi parecer en valorar las nuevas tecnologías para poder
construir, con los materiales originales (o similares a ellos), permitiendo la
doble lectura de la restauración, lejana, donde se recupera la imagen global de
lo que fue y la cercana, donde se aprecia la actuación del original. El fin es la
recuperación del monumento, como fue y donde fue, valiéndose de todas las
disciplinas que nos permitan, analizar los restos, las ruinas y su pasado, para
con su lectura proceder a su recuperación.
Las
diferentes disciplinas, permiten los diferentes enfoques, no obstante, el fin
ultimo es lo que une a todas ellas; realizar una valoración CRITICA de la obra,
previa a su restauración, analizando los verdaderos valores histórico
artísticos y proceder en consecuencia.
Los
lugares, adquieren un valor histórico artístico, que anteriores teorías no
profundizaron, si bien, señalaron. Este conjunto es el concepto que revaloriza
el edificio o conjunto, respecto al resto de las consideraciones, sobre su
potencial valor histórico - artístico - patrimonial. Las grandes catástrofes,
consecuencia de las guerras, tan destructivas, han despertado en la sociedad
una conciencia del valor del entorno, que merece recuperar, como fue y donde
fue.
Los
prejuicios, los dogmatismos provocan una posición previa frente a la obra. Suponen una
abstracción que nos aleja del propio lugar. No provocamos que el lugar, la
situación y el contexto nos den pistas sobre las decisiones que debiéramos
adoptar. Las normas no sirven para todas las situaciones; es necesaria una
“cintura” conceptual, desarrollada con el conocimiento y el profundo análisis
de la obra, su representación, representatividad y significado en la sociedad
que la rodea. La
cultura se adquiere enseñando, mirando y observando.
A veces “los
árboles nos impiden ver el bosque”.
Suponer
que conocemos la solución sin haber siquiera observado el continente ni el
contenido, el contexto que rodea al edificio y su restauración; es un
planteamiento reduccionista; pues eliminamos desde el principio consideraciones
que deberemos realizar in situ. Consideraciones sobre la historia, el arte, el
valor simbólico, el valor social, el valor sentimental, el valor cultural, las
condiciones del entorno, las condiciones económicas, y en general los objetivos
que proponemos alcanzar, al realizar la restauración. Como
realizarla la debemos decidir en cada caso, en cada lugar, en las condiciones
del propio contexto.
Daniel
Carballo Ostolaza,
arkitektoa
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