La tradición, el arraigo y su
impronta en el espacio público
Antes de
hablar del juego de la pelota, creo necesario introducir el análisis a un
contexto más amplio.
Las
diferentes sociedades, modifican el territorio con la construcción de las
necesarias infraestructuras y construcciones, que hagan habitable y
practicable, su habitat, para diferenciarlo del medio natural original.
Respecto a
las actividades que denomino “tractoras” o “generadoras”, podríamos señalar, los
caminos, puertos, murallas, edificios públicos, privados, etc. que conforman
las ciudades, los pueblos y configuran el territorio, con una traza e impronta
característico y diferenciable, según la situación en el mapa y sociedad que la
ha creado.
Dentro de
esta traza fundamental en el origen del urbanismo, quiero destacar algúnas
variables, que matizan y modifican parcialmente, las características de este
espacio habitable.
Las
tradiciones, las costumbres y las actividades lúdicas, impregnan de elementos y
características al espacio público, para facilitar su desarrollo.
La fiesta y la tradición como
configurador del espacio público
Podríamos
señalar, celebraciones, fiestas y costumbres habituales, locales, comarcales,
incluso nacionales, que con el paso del tiempo incluyen en sus espacios
elementos necesarios para su celebración, adecuándolos al mobiliario urbano.
Entre otras, podríamos señalar:
- Las
religiosas y sociales, las cruces de caminos, los pasos en caminos a ermitas,
los caminos de pregrinación,…
- Las de
autoridad, espacios públicos para el juicio y escarnio publico (ya casi
desaparecidas),…
- La fiesta
en la plaza o calle, toros, teatro, dantza, tanborrada, encierros…
- El
deporte y el ocio, “probalekua”, “bolatokia”, juego de la pelota…
Todas
ellas, concentran su actividad en un periodo de tiempo concreto, según dure la
celebración o acontecimiento; para ser parte del urbanismo y del mobiliario
urbano habitual el resto del tiempo.
Patrimonio
que consideraría efímero, frágil y condicionado a la actividad que ha promovido
su existencia y mantenimiento. La desaparición de esta tradición, pone en
riesgo este patrimonio, y requiere de un esfuerzo social importante para su
puesta en valor.
El juego de la pelota
Los
diferentes autores que han explicado y estudiado, la implantación y tradición
del juego de la pelota, ya señalan, cómo este juego, antaño más popular, no se
desarrollaba tanto dentro de recintos cerrados, si no en plazas y espacios
abiertos, donde el juego se desarrollaba, enfrentando a jugadores de diferentes
pueblos y regiones.
Algunos de
ellos, mantienen aún, las trazas de los elementos que señalan que allí se
jugaba a pelota. La pared, “botarria”, la configuración y proporciones de la
plaza principal o adjunta, al centro del pueblo, señalan que en estos espacios,
se jugó, o pudo jugarse habitualmente a pelota.
Hay
referencias que datan en siglo XVII, esta actividad, que ha evolucionado hasta
nuestros días, deformando su impronta en nuestro urbanismo y arquitectura, del
espacio publico y abierto, al privado y cerrado principalmente desarrollado
dentro de edificios.
La
tradición como sustento del patrimonio. La tradición como patrimonio
El juego de
la pelota, como patrimonio, incluye un repertorio amplio de ámbitos que a
continuación señalo:
- La
artesanía que los elementos necesarios para su desarrollo, que incluso hoy en
día no se ha industrializado, a diferencia de otros deportes más populares. La
construcción de las herramientas como la cesta de madera de castaño, mimbre y
guante de cuero (xistera, gran xistera en las modalidades de Joao Garbi,
rebote, cesta punta, remonte…), las propias pelotas de alma de caucho, goma,
cuerpo de hilo de lana y cubierta de cuero cosida a mano (pelotas en sus
diferentes modalidades, (30, 50, 100, 120 gramos , paleta,
pala, mano, cesta, xare…), el guante de cuero curado (guante,laxoa), el xare
(antigua “raqueta”), las bordadoras de boinas (trofeo) entre otras.
CÓMO EL JUEGO de la pelota CONQUISTA EL
ESPACIO, HASTA QUE EL ESPACIO SUPERA AL PROPIO JUEGO de la pelota
Sin entrar en el propio origen del juego de la
pelota, ni localizarlo en un territorio en concreto (que supondrá una
investigación paralela), quiero exponer con varios ejemplos, cómo el juego
invade los espacios públicos, formados, como resultado de la evolución del propio
juego y de los acontecimientos históricos de sus pobladores y no propiamente
para el ejercicio de la actividad propiamente dicha, si no como resultado de una
adecuación del juego, adaptandolo al entorno, (propiciatorio).
El juego
El juego de
la pelota, se puede desarrollar en un principio, en “cualquier” lugar,
preferentemente horizontal, con una sencilla adaptación de los jugadores, a las
reglas del juego y a las variantes condiciones del lugar.
La traza y
marca del espacio del juego y el reparto de los jugadores, a ambos lados de la
línea separadora de los campos de “defensa y de ataque”, es en origen, lo único
necesario para el desarrollo del juego de la pelota. La superficie
del juego, puede ser diferente, sin limitar un ápice el desarrollo del juego.
El espacio del juego, se delimita con un área rectangular dividido en dos
zonas, una de “ataque” y otro de “defensa”.
El
reglamento primitivo, en el juego de la pelota en Europa, no le condicionan las
variantes, ni los elementos fijos. Se puede desarrollar en el campo (juego a
largo, en prados de la pelota, “bote luzea eta pilota soroa” en Euskal herria)
o en calles o plazas rodeadas de construcciones (raspall o llargues en el país
valenciá, o la pallone elástica italiana, “jeu a pome” belga, u holandés), con
el suelo de tierra con hierba corta, de tierra, adoquinado o parcialmente
pavimentado.
El bote (uno
o dos) de la pelota en el suelo, es en definitiva, la consecución de la perdida
o ganancia, de la puntuación, que a modo de conquista, se puede resolver, con
una simple contabilidad numérica a favor del que ha lanzado la pelota al campo
contrario contra el equipo que le ha a botado la misma.
Por eso, no
importa la calidad del bote de la pelota, proporcional a la calidad del suelo.
Se conoce incluso, el desarrollo del juego por conquistas de terreno del juego,
de manera que el equipo que saca la pelota al juego, debe ir ganado terreno, medido
en quinces (pies se supone), hasta llegar hasta los cuarenta pies para ganar el
juego. El que defiende tiene, sesenta y cinco pies de campo, que va reduciendo
a medida que pierde, cada vez que el atacante consigue que su pelota bote en su
terreno.
La pelota
que atraviesa el campo que defiende, sin conseguir pararla, es una victoria o
juego.
Imagino el
juego, metafórico de las batallas de guerra y las conquistas de territorio. Una
forma sutil de jugar a guerras, sin llegar a la literal lucha cuerpo a cuerpo,
o a caballo, tan habitual en la roma antigua o en época medieval. El ajedrez,
llegará a ser la manera mas sutil de jugar a guerras, sin ni siquiera
levantarse del asiento.
Incluso la
herramienta del juego, inicialmente, la mano desnuda (“main nue”, denominación
francesa, incluso en la actualidad), irá acomodándose para evolucionar hacia el
uso de diferentes herramientas como el guante de cuero, el brazalete de madera
o cuero, o la pala de madera, para aumentar la velocidad de la pelota y evitar
el dolor de las manos, tras el continuo golpeo de la pelota formada de
revestimiento de cuero y cuerpo de pelo de animal (actualmente, núcleo de caucho,
poliéster o goma e hilo de pelo de oveja “artilea”).
En
definitiva, el juego primitivo o antiguo, adecua su ejercicio al espacio que
dispone para el desarrollo del mismo. Siendo éste, diferente, en cada
modalidad, localidad o número de jugadores.
La guerra,
no entiende de condiciones. Se marcan unas reglas y señales básicas, que se
adaptan al territorio, en base al cual, los contendientes acomodan sus artes de
lucha.
En este
sentido, los espacios más simbólicos para el desarrollo del juego de la pelota
serían por orden, el campo abierto o prado, bajo una muralla o cerca defensiva
y por ultimo la plaza o calle, en un entorno urbano.
El publico
Una vez, el
juego ha captado la atención y expectación popular; superando las estrictas
prohibiciones que existían el las ordenanzas municipales, se forma el arraigo y
la tradición, y va evolucionando y deformando su inicial espontaneidad, hacia
una teatralidad y espectáculo; que obliga a organizar, proporcionalmente a la
demanda, unos espacios donde la vanidad del espectador, iguala inicialmente al
concepto del juego, y se forman los primeros sistemas de organización de
publico, imitando y copiando a los escenarios mas antiguos, los teatros, los
coliseos etc.
Deforman
así y convierten a los jugadores en la versión moderna del gladiador romano, o
la lucha medieval. El jugador de pelota se asemeja al soldado, obligado a
luchar para regocijo y disfrute, de un público entregado a su esfuerzo, al
que le construye un edificio, donde desarrollar
sus particulares contiendas.
La única
diferencia es que el espectáculo inicialmente, desarrollado en la calle, la
plaza o el campo, va limitando su desarrollo a un espacio acondicionado para la
observación del propio juego, limitando su versatilidad y originalidad,
derivando al encorsetamiento, en aras de
la evolución del propio espacio del juego.
El
sferisterio será el ejemplo más espectacular de esta evolución, donde el gran
tamaño del espacio del juego, obliga a la construcción de un grandioso
graderío, cerrando el espacio frente a la muralla. En Materaza ,
podemos visitar un gran edificio, construido con este fin.
Este primer
“estadio” para el juego de la pelota, imita a las construcciones de los
coliseos, teatros o circos, donde el juego se engalana, para regocijo del
publico, ansioso de espectáculo compartido con sus semejantes.
Entre el
sferisterio y el prado, hay innumerables espacios intermedios, donde se
desarrolla el juego de la pelota.
Algunos,
con sencillos pretiles que delimitan las dimensiones del campo de juego, hasta
graderíos sin cubierta adecuados en el talud formado a tal efecto, hasta,
plazas urbanas con balcones y pórticos adecuados a acomodar al publico. Si bien
el caso del sferisterio, el protagonista es el propio espacio creado
para la observación del juego; pues la magnitud de la construcción, deforma la
escala del entorno urbano próximo,; mientras que el prado, al final del juego
recupera su estado original, donde las mínimas marcas y señales que puede dejar
el trascurso del juego, van desapareciendo, dejando crecer la hierba, hasta la
organización de un nuevo enfrentamiento entre dos equipos que dirimirán sus
fuerzas por medio del juego de la pelota.
Lo que era
un juego adaptado al espacio existente en cada localidad, sin alterarlo lo más
mínimo, se deforma trasformándose en acontecimiento que justifica el contenido
de una construcción, deformando la arquitectura del conjunto urbano, invadido
por monumentales construcciones murarias, con graderíos, incluso cubiertas, que
marca una escala similar a las construcciones mas importantes de las
localidades.
Esta
deriva, supera la juego, encorsetándolo y convirtiendo a los jugadores en
actores de escena, que cada vez mas especialistas, van deformando su juego,
convirtiéndolo en puro “ballet”, con movimientos repetidos y conocidos por
todos.
La
versatilidad que supone las diferentes condiciones del campo de juego original,
convierte al juego en protagonista, donde el jugador que mejor y mas rápido se
adapta a las condiciones del campo, sale victorioso en la contienda. Aquí ,
el juego domina al espacio, lo trasforma y hace suyo, con el desarrollo del
juego, convirtiéndolo en un campo de batalla, lo que antes era una tranquila
plaza de pueblo, que por horas podría ser mercado, o lugar de esparcimiento.
Del juego directo al juego indirecto,
la variante vasca
Las
diferentes variantes que este juego tiene, dependiendo de la localidad en que
se desarrolla y las variantes que cada sitio le impregnan de una condición
camaleónica. Donde el paisaje y paisanaje, la convierten en cada localidad en
una modalidad diferente. Las normas son similares, si bien el material (las
pelotas) y el terreno, suelo y/o paredes, dependen de la arquitectura existente
en el lugar.
Así
comienza una transformación que comienza con la adaptación del juego y el
espacio del juego a las modificaciones de las herramientas y el material con el
que se juega. Desde una plaza con pavimento
de piedra, combinado con zonas de tierra o hierba, hasta plazas
pavimentadas completamente. Las paredes, inicialmente inexistentes o
innecesarias para el desarrollo del juego a pelota (actualmente denominado
juego directo), pronto adquieren importancia, hasta modificar la modalidad mas
extendida hacia el siglo XVIII, el denominado juego de pelota con guante-laxoa.
El guante
laxoa, se practica sobre terreno y territorio llano, pero de diferentes
características. Plazas urbanas, prados, terreno sobre tierra batida etc. La
delimitación del terreno de juego se marca con rayas o líneas (60 - 70 metros de largo y 15 –
20 de ancho), pudiendo variar la raya que delimitan ambos campos, dependiendo
del lance del juego (ataque o defensa y parada o salida de la pelota).
Principalmente se juega al aire, con la pelota de cuero rellena de hilo de lana
de oveja y alma de caucho (en la actualidad). Para proteger las manos, los
zagueros utilizan la herramienta denominada laxoa (pequeño remonte de capas
curadas de piel de vaca con forma de uña larga y curva y los delanteros un
guante con forma de cuenco utilizado también en la modalidad de “pasaka” en el
trinkete tradicional vasco. Pueden jugar 4 contra cuatro, iniciando el juego
botando la pelota en el “botarria” (antes de piedra) o “botilo” (actualmente de
madera).
La pelota
va y viene al aire, hasta que alguna pelota es parada por el equipo adversario,
o simplemente sale del espacio de juego.
La primera
variable, se inicia con que el equipo que “defiende” se sitúa delante de una
pared o frontis con un área de pavimento de piedra. El equipo atacante, bota en
el “botarria” hacia el espacio delimitado por unas rayas situadas en el
frontis. En este espacio el equipo que defiende, tiene opción de responder
golpeando o resbalando con al “aire” o dejando que la pelota rebote en la pared
y lanzarla contra el equipo que ataca.
En esta
variante, la herramienta “laxoa” resulta incómoda para la postura del rebote,
que requiere un juego de muñeca muy forzado. La herramienta laxoa, está
diseñada para el lanzamiento al “aire”.
La
decadencia de un juego coincide con las transformaciones del mismo.
Comienza el
desarrollo de la herramienta conocida como “xistera”. Cesta de estructura de
madera de castaño y revestimiento de mimbre trenzado, con guante de piel atado
con una cordel a la mano, utilizada por los dos “zagueros”. Los delanteros,
mantienen los guantes de piel de vaca conforma de cuenco. La xistera, es más
ligera y permite lanzar la pelota más rápido y más lejos.
Esto no
supone la desaparición de las modalidades anteriores. Simplemente se superponen
o sustituyen, en función del lugar en que se practica.
El rebote,
inicialmente jugado contra una pared, sigue siendo juego directo, pues los
equipos juegan enfrentados, pero el frontis adquiere ya un protagonismo
fundamental en la transformación morfológica del espacio del juego de la pelota. Al equipo que
defiende, se le permite jugar con el rebote, mientras que el atacante debe
jugar al aire.
El espacio
del juego de la pelota, ya propone una pared y un área delimitada pavimentada,
obligando a la pelota poder botar y rebotar. El bote en el suelo pavimentado,
comienza a ser parte del juego vivo.
La pared
debe coincidir con un espacio de juego abierto y longitudinal. Las paredes de
edificios entorno a las plazas longitudinales, adquieren importancia, pues
congregan a la multitud para disfrutar del juego de la pelota.
Las
iglesias, ayuntamientos y edificios varios, condicionan sus fachadas para
formar parte del espacio del juego.
Ventanas
tapiadas, suelos parcialmente pavimentados, modifican arquitectura y urbanismo,
para adecuarlos al espacio del juego. El pretil, perimetral sirve de límite
para el público y conforma los espacios urbanos de multitud de poblaciones de
Euskal Herria (gipuzkoa, Bizkaia, araba, nafarroa e iparralde).
El espacio
de juego se sitúa en el centro de la villa, entorno a la iglesia y/o
ayuntamiento, formando una característica planta longitudinal, con al menos una
pared o frontis.
La
construcción de la pared del segundo rebote, inicia la segunda transformación
del espacio del juego de la pelota del juego directo en los espacios urbanos.
El juego
del rebote participan cinco jugadores contra cinco, formando dos zagueros con
cestas de castaño y mimbre y tres delanteros con guante de piel curada de vaca,
en cada bando. El sacador utiliza el “botillo” para realizar el saque, que se
realiza a mano desnuda (“main nue”), hacia el rebote del equipo defensor. El
juego transcurre con el vaivén de la pelota lanzada de pared a pared, situadas
entre 80 y 100 metros
de distancia entre ellas. Cada localidad dispone de un espacio de juego
diferente (con una pared o dos). El juego se adecua a las diferentes
situaciones y terrenos.
La
construcción del “segundo” frontis en el juego del rebote, se realiza con muros
cimentados y soportados con contrafuertes en la trasera de los mismos. Mientras
que el “frontis principal” se situaba en la pared o fachada de un edificio
significativo (iglesia, ayuntamiento, palacio…).
Hay que
recordar que estamos hablando de los espacios de juego de la pelota en cascos
antiguos. Los espacios para el juego de la pelota construidos ex proceso, han
sido espacios y construcciones que merecen un capitulo aparte en este análisis,
pues los considero edificios o espacios, construidos para y por el desarrollo
del juego; mientras que los primeros, son resultado de la conquista del juego
de la pelota al espacio construido o urbano.
Los frontones de pared izquierda
A comienzos
del siglo XIX se construyen los primeros espacios para el juego de la pelota,
compuestos de frontis y de pared izquierda. La pared izquierda implica dos
cambios conceptuales de gran importancia.
El primero,
el que significa el establecimiento del denominado juego indirecto. Los equipos
juegan en el mismo espacio y lanzan la pelota a la pared para que su rebote,
sirva al equipo contrario, a repetir la acción, permitiéndose un bote de la
pelota dentro del ámbito marcado por rayas. Al frontis se le marca un límite
sobre el suelo, el cual hay que superar, como si de una red, limitando la
altura, situada entre dos campos de juego, se tratara.
Esta
modalidad, ya se juega (incluso en la actualidad) con el frontis y la plaza
abierta (principalmente en iparralde), si bien, no tendrá el desarrollo y la
evolución que ha tenido el denominado frontón de pared izquierda.
Recordar
que el juego original, supone atravesar con la pelota la raya que limita dos
campos.
El frontis
se convierte en un espejo, del espacio virtual del juego directo. Reduciéndose
la longitud necesaria para el juego directo de 60 – 100 metros , a un espacio
de 30 – 50 metros
del juego indirecto. La anchura varía entre los 15 y 20 metros , si bien la
raya se situará entre los 10 y 13 metros , depende del lugar y la modalidad
para la cual se construye.
La pared se
sitúa en el lado izquierdo. Si bien, ya se utilizaban espacios del juego de la
pelota con pared a la derecha (“arkupes” o “kontzejupes”, denominación de los bajos
de ayuntamientos y pórticos de ante iglesias…).
El segundo,
es la transformación morfológica de la arquitectura de los espacios urbanos que
construyen el espacio de juego de la pelota, adecuado al juego indirecto. En
las construcciones que permitían la construcción de la pared izquierda, sobre
el original frontis situado en un edificio de construcción previa, se levanta
un muro a la izquierda, sobre cimentación y contrafuertes (principalmente de
piedra), que llegan a anular las vistas a la plaza de grupos de viviendas,
situados a primera línea de la plaza, o cerrar el espacio de la plaza con el
mismo (Ermua, Ea, Elorrio, Mundaka, Ondarroa, Otxandio, Elgoibar, Azpilikueta,…).
Es curioso
el caso del frontón de Laguardia, donde la cerca medieval (vertical), sirve
para situar el espacio del juego de la pelota, construyendo la prolongación de
una torre de la propia cerca, un muro de piedra, para formar el primer frontón
de pared izquierda, existente en la localidad.
Los
espacios para el juego de la pelota, con pared izquierda en los cascos
antíguos, coincide con un relanzamiento del juego, pero esta vez en la
modalidad de juego indirecto. Se construyen multitud de frontones (esta vez
edificios, con paredes y graderíos) denominados “industriales”. El juego y los
jugadores se convierten en parte de un negocio, coincidente con la época, donde
el ocio y el bienestar, son objeto de culto, para la clase media y alta, que
merecen un capitulo aparte.
La
evolución del juego deriva a una deformación del mismo, hacia el espectáculo
equiparable a cualquier actividad cultural como el teatro o el circo, sin
arraigo alguno con el espacio urbano en que se desarrolla; construyéndose
frontones dentro de la trama urbana, tras fachadas integradas en la trama
urbana, entre medianeros, hasta edificios exentos, de diferentes estilo y
procedencia.
Reflexión e hipótesis de trabajo
Es curiosa,
la transformación del espacio del juego del espacio abierto del juego directo,
al juego indirecto con la incorporación de una pared.
Se asemeja
al juego de pelota bajo los pies de las murallas.
En Italia,
aún se juega en varias localidades, el juego de pelota (juego directo), a los
pies de las murallas. La evolución del espacio del juego al edificio para el
juego de la pelota (sferisterio) mantiene el muro lateral (el cual sirve para
el desarrollo del juego).
El muro
lateral, no era fundamental en la concepción del juego, como se entiende en la actualidad
en el juego de la pelota en el territorio de Euskal Herria en el juego directo.
Varios ejemplos ilustran cómo, el espacio extramuros, es adecuado para el
juego. Habría que analizar más en profundidad, los recintos amurallados de
Orduña, el espacio extramuros de la villa de Bilbao (calle de la pelota), el
actual frontón de Getaria, situado extramuros, el caso de Hondarribia, que ya
aparece definido como espacio para el juego de la pelota en el plano magistral
de la “plaza de Fuenterrabia” del siglo XVIII, o el caso de Laguardia.
En este
sentido hay una relación interesante entre el juego de la pelota y los cascos
antiguos, las murallas, y los entornos a los edificios históricos, donde el
juego tuvo una trascendencia muy grande, compitiendo incluso entre regiones.
Los
partidos entre jugadores de diferentes países, que jugaban con público tan
importante como los reyes y emperadores, Desde Cartagena hasta la Gran Place de Bruselas,
pasando por la
Toscana Italiana , y su similitud con el juego de la pelota Maya (entre
murallas), requieren un análisis histórico más profundo.
El juego de la pelota bajo la muralla. Bajo el
muro.
Si bien,
entiendo que el origen del juego no precisa en sus comienzos de ningún
condicionante constructivo, para su desarrollo, el espacio por excelencia para
elegir un espacio adecuado es el muro. La muralla.
La
consecución del espacio urbano por excelencia par el desarrollo del juego, se
configura con muros existentes en los edificios de entornos públicos. La pared
de la iglesia, las paredes del conjunto de las viviendas de los centros urbanos
y las murallas. Sobre todo en aquellas poblaciones que han construido
fortificaciones en su entorno.
Las
defensas, dejan de ser necesarias y las actividades extramuros, resultan
interesantes para la práctica del juego de la pelota.
Coinciden
varios ejemplos en poblaciones Italianas y en Euskal Herria, que mantienen esta
tradición, si bien muchos de su espacio ha perdido los elementos que configuran
el espacio del juego, o ha sido trasformados en frontón de pared izquierda para
el desarrollo del “blé” o juego “moderno” es el caso de Laguardia.
En
Hondarribia, cartografía histórica recinto amurallado del siglo XVIII, señala
el espacio del juego de la pelota, representado en un cuadro del siglo XIX de
Gustave Colin, el juego de la pelota (o laxoa) con el baluarte de la reina
representado al fondo. El espacio, desaparece y se construye un frontón de
pared izquierda enfrentado a la muralla en el siglo XVIII, derribado en el
siglo XX (1970). El caso del frontón de Laguardia, sin haber confirmado la
existencia previa del juego de la pelota en ese espacio, en la actualidad se
mantiene el frontón de pared izquierda, construido en el siglo XIX, apoyándose
en la misma muralla de la villa.
Hay textos
que afirman la existencia de la práctica del juego en la muralla de Orduña, la
villa de Bilbao, Getaria (el actual
espacio del juego situado donde existía la antigua muralla medieval).
En la
actualidad en las poblaciones de Treia, Castalfero, Montemagno, o San Damiano,
se sigue practicando el juego de la pelota en sus diferentes modalidades,
bracciale, tamburello
El juego,
ha servido para reserva de un espacio extramuros, dignificándolo, dotándolo de
tradición y arraigo, así evitando el derribo o la invasión del mismo, con
construcciones anejas, que desvirtuaran su origen defensivo.
La
trasformación del espacio amurallado en idóneo para el juego para la pelota, ha
servido en el caso del juego en Italia, en la
construcción del “sferisterio”, donde la pared vertical (la muralla) se
ha replicado exproceso, para la consecución del juego.
La
trasformación del espacio amurallado, en la variante de Euskal Herria, es
consecuencia de una evolución del juego condicionando el espacio del mismo; una
pared construida perpendicular al muro (formando la pared izquierda), o un muro
con una pared perpendicular (formando el frontis).
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