2012/03/27

EL JUEGO EN LA ARQUITECTURA VS LA ARQUITECTURA DEL JUEGO


La tradición, el arraigo y su impronta en el espacio público

Antes de hablar del juego de la pelota, creo necesario introducir el análisis a un contexto más amplio.

Las diferentes sociedades, modifican el territorio con la construcción de las necesarias infraestructuras y construcciones, que hagan habitable y practicable, su habitat, para diferenciarlo del medio natural original.

Respecto a las actividades que denomino “tractoras” o “generadoras”, podríamos señalar, los caminos, puertos, murallas, edificios públicos, privados, etc. que conforman las ciudades, los pueblos y configuran el territorio, con una traza e impronta característico y diferenciable, según la situación en el mapa y sociedad que la ha creado.

Dentro de esta traza fundamental en el origen del urbanismo, quiero destacar algúnas variables, que matizan y modifican parcialmente, las características de este espacio habitable.

Las tradiciones, las costumbres y las actividades lúdicas, impregnan de elementos y características al espacio público, para facilitar su desarrollo.

La fiesta y la tradición como configurador del espacio público

Podríamos señalar, celebraciones, fiestas y costumbres habituales, locales, comarcales, incluso nacionales, que con el paso del tiempo incluyen en sus espacios elementos necesarios para su celebración, adecuándolos al mobiliario urbano. Entre otras, podríamos señalar:

- Las religiosas y sociales, las cruces de caminos, los pasos en caminos a ermitas, los caminos de pregrinación,…
- Las de autoridad, espacios públicos para el juicio y escarnio publico (ya casi desaparecidas),…
- La fiesta en la plaza o calle, toros, teatro, dantza, tanborrada, encierros…
- El deporte y el ocio, “probalekua”, “bolatokia”, juego de la pelota…

Todas ellas, concentran su actividad en un periodo de tiempo concreto, según dure la celebración o acontecimiento; para ser parte del urbanismo y del mobiliario urbano habitual el resto del tiempo.

Patrimonio que consideraría efímero, frágil y condicionado a la actividad que ha promovido su existencia y mantenimiento. La desaparición de esta tradición, pone en riesgo este patrimonio, y requiere de un esfuerzo social importante para su puesta en valor.

El juego de la pelota

Los diferentes autores que han explicado y estudiado, la implantación y tradición del juego de la pelota, ya señalan, cómo este juego, antaño más popular, no se desarrollaba tanto dentro de recintos cerrados, si no en plazas y espacios abiertos, donde el juego se desarrollaba, enfrentando a jugadores de diferentes pueblos y regiones.

Algunos de ellos, mantienen aún, las trazas de los elementos que señalan que allí se jugaba a pelota. La pared, “botarria”, la configuración y proporciones de la plaza principal o adjunta, al centro del pueblo, señalan que en estos espacios, se jugó, o pudo jugarse habitualmente a pelota.

Hay referencias que datan en siglo XVII, esta actividad, que ha evolucionado hasta nuestros días, deformando su impronta en nuestro urbanismo y arquitectura, del espacio publico y abierto, al privado y cerrado principalmente desarrollado dentro de edificios.

La tradición como sustento del patrimonio. La tradición como patrimonio

El juego de la pelota, como patrimonio, incluye un repertorio amplio de ámbitos que a continuación señalo:
- La artesanía que los elementos necesarios para su desarrollo, que incluso hoy en día no se ha industrializado, a diferencia de otros deportes más populares. La construcción de las herramientas como la cesta de madera de castaño, mimbre y guante de cuero (xistera, gran xistera en las modalidades de Joao Garbi, rebote, cesta punta, remonte…), las propias pelotas de alma de caucho, goma, cuerpo de hilo de lana y cubierta de cuero cosida a mano (pelotas en sus diferentes modalidades, (30, 50, 100, 120 gramos, paleta, pala, mano, cesta, xare…), el guante de cuero curado (guante,laxoa), el xare (antigua “raqueta”), las bordadoras de boinas (trofeo) entre otras.


CÓMO EL JUEGO de la pelota CONQUISTA EL ESPACIO, HASTA QUE EL ESPACIO SUPERA AL PROPIO JUEGO de la pelota

Sin  entrar en el propio origen del juego de la pelota, ni localizarlo en un territorio en concreto (que supondrá una investigación paralela), quiero exponer con varios ejemplos, cómo el juego invade los espacios públicos, formados, como resultado de la evolución del propio juego y de los acontecimientos históricos de sus pobladores y no propiamente para el ejercicio de la actividad propiamente dicha, si no como resultado de una adecuación del juego, adaptandolo al entorno, (propiciatorio).

El juego

El juego de la pelota, se puede desarrollar en un principio, en “cualquier” lugar, preferentemente horizontal, con una sencilla adaptación de los jugadores, a las reglas del juego y a las variantes condiciones del lugar.

La traza y marca del espacio del juego y el reparto de los jugadores, a ambos lados de la línea separadora de los campos de “defensa y de ataque”, es en origen, lo único necesario para el desarrollo del juego de la pelota. La superficie del juego, puede ser diferente, sin limitar un ápice el desarrollo del juego. El espacio del juego, se delimita con un área rectangular dividido en dos zonas, una de “ataque” y otro de “defensa”.

El reglamento primitivo, en el juego de la pelota en Europa, no le condicionan las variantes, ni los elementos fijos. Se puede desarrollar en el campo (juego a largo, en prados de la pelota, “bote luzea eta pilota soroa” en Euskal herria) o en calles o plazas rodeadas de construcciones (raspall o llargues en el país valenciá, o la pallone elástica italiana, “jeu a pome” belga, u holandés), con el suelo de tierra con hierba corta, de tierra, adoquinado o parcialmente pavimentado.

El bote (uno o dos) de la pelota en el suelo, es en definitiva, la consecución de la perdida o ganancia, de la puntuación, que a modo de conquista, se puede resolver, con una simple contabilidad numérica a favor del que ha lanzado la pelota al campo contrario contra el equipo que le ha a botado la misma.

Por eso, no importa la calidad del bote de la pelota, proporcional a la calidad del suelo. Se conoce incluso, el desarrollo del juego por conquistas de terreno del juego, de manera que el equipo que saca la pelota al juego, debe ir ganado terreno, medido en quinces (pies se supone), hasta llegar hasta los cuarenta pies para ganar el juego. El que defiende tiene, sesenta y cinco pies de campo, que va reduciendo a medida que pierde, cada vez que el atacante consigue que su pelota bote en su terreno.

La pelota que atraviesa el campo que defiende, sin conseguir pararla, es una victoria o juego.

Imagino el juego, metafórico de las batallas de guerra y las conquistas de territorio. Una forma sutil de jugar a guerras, sin llegar a la literal lucha cuerpo a cuerpo, o a caballo, tan habitual en la roma antigua o en época medieval. El ajedrez, llegará a ser la manera mas sutil de jugar a guerras, sin ni siquiera levantarse del asiento.

Incluso la herramienta del juego, inicialmente, la mano desnuda (“main nue”, denominación francesa, incluso en la actualidad), irá acomodándose para evolucionar hacia el uso de diferentes herramientas como el guante de cuero, el brazalete de madera o cuero, o la pala de madera, para aumentar la velocidad de la pelota y evitar el dolor de las manos, tras el continuo golpeo de la pelota formada de revestimiento de cuero y cuerpo de pelo de animal (actualmente, núcleo de caucho, poliéster o goma e hilo de pelo de oveja “artilea”).

En definitiva, el juego primitivo o antiguo, adecua su ejercicio al espacio que dispone para el desarrollo del mismo. Siendo éste, diferente, en cada modalidad, localidad o número de jugadores.

La guerra, no entiende de condiciones. Se marcan unas reglas y señales básicas, que se adaptan al territorio, en base al cual, los contendientes acomodan sus artes de lucha.

En este sentido, los espacios más simbólicos para el desarrollo del juego de la pelota serían por orden, el campo abierto o prado, bajo una muralla o cerca defensiva y por ultimo la plaza o calle, en un entorno urbano.

El publico

Una vez, el juego ha captado la atención y expectación popular; superando las estrictas prohibiciones que existían el las ordenanzas municipales, se forma el arraigo y la tradición, y va evolucionando y deformando su inicial espontaneidad, hacia una teatralidad y espectáculo; que obliga a organizar, proporcionalmente a la demanda, unos espacios donde la vanidad del espectador, iguala inicialmente al concepto del juego, y se forman los primeros sistemas de organización de publico, imitando y copiando a los escenarios mas antiguos, los teatros, los coliseos etc.

Deforman así y convierten a los jugadores en la versión moderna del gladiador romano, o la lucha medieval. El jugador de pelota se asemeja al soldado, obligado a luchar para regocijo y disfrute, de un público entregado a su esfuerzo, al que  le construye un edificio, donde desarrollar sus particulares contiendas.

La única diferencia es que el espectáculo inicialmente, desarrollado en la calle, la plaza o el campo, va limitando su desarrollo a un espacio acondicionado para la observación del propio juego, limitando su versatilidad y originalidad, derivando al encorsetamiento, en aras de  la evolución del propio espacio del juego.

El sferisterio será el ejemplo más espectacular de esta evolución, donde el gran tamaño del espacio del juego, obliga a la construcción de un grandioso graderío, cerrando el espacio frente a la muralla. En Materaza, podemos visitar un gran edificio, construido con este fin.

Este primer “estadio” para el juego de la pelota, imita a las construcciones de los coliseos, teatros o circos, donde el juego se engalana, para regocijo del publico, ansioso de espectáculo compartido con sus semejantes.

Entre el sferisterio y el prado, hay innumerables espacios intermedios, donde se desarrolla el juego de la pelota.

Algunos, con sencillos pretiles que delimitan las dimensiones del campo de juego, hasta graderíos sin cubierta adecuados en el talud formado a tal efecto, hasta, plazas urbanas con balcones y pórticos adecuados a acomodar al publico. Si bien el caso del sferisterio, el protagonista es el propio espacio creado para la observación del juego; pues la magnitud de la construcción, deforma la escala del entorno urbano próximo,; mientras que el prado, al final del juego recupera su estado original, donde las mínimas marcas y señales que puede dejar el trascurso del juego, van desapareciendo, dejando crecer la hierba, hasta la organización de un nuevo enfrentamiento entre dos equipos que dirimirán sus fuerzas por medio del juego de la pelota.

Lo que era un juego adaptado al espacio existente en cada localidad, sin alterarlo lo más mínimo, se deforma trasformándose en acontecimiento que justifica el contenido de una construcción, deformando la arquitectura del conjunto urbano, invadido por monumentales construcciones murarias, con graderíos, incluso cubiertas, que marca una escala similar a las construcciones mas importantes de las localidades.

Esta deriva, supera la juego, encorsetándolo y convirtiendo a los jugadores en actores de escena, que cada vez mas especialistas, van deformando su juego, convirtiéndolo en puro “ballet”, con movimientos repetidos y conocidos por todos.

La versatilidad que supone las diferentes condiciones del campo de juego original, convierte al juego en protagonista, donde el jugador que mejor y mas rápido se adapta a las condiciones del campo, sale victorioso en la contienda. Aquí, el juego domina al espacio, lo trasforma y hace suyo, con el desarrollo del juego, convirtiéndolo en un campo de batalla, lo que antes era una tranquila plaza de pueblo, que por horas podría ser mercado, o lugar de esparcimiento.

Del juego directo al juego indirecto, la variante vasca

Las diferentes variantes que este juego tiene, dependiendo de la localidad en que se desarrolla y las variantes que cada sitio le impregnan de una condición camaleónica. Donde el paisaje y paisanaje, la convierten en cada localidad en una modalidad diferente. Las normas son similares, si bien el material (las pelotas) y el terreno, suelo y/o paredes, dependen de la arquitectura existente en el lugar.

Así comienza una transformación que comienza con la adaptación del juego y el espacio del juego a las modificaciones de las herramientas y el material con el que se juega. Desde una plaza con pavimento  de piedra, combinado con zonas de tierra o hierba, hasta plazas pavimentadas completamente. Las paredes, inicialmente inexistentes o innecesarias para el desarrollo del juego a pelota (actualmente denominado juego directo), pronto adquieren importancia, hasta modificar la modalidad mas extendida hacia el siglo XVIII, el denominado juego  de pelota con guante-laxoa.

El guante laxoa, se practica sobre terreno y territorio llano, pero de diferentes características. Plazas urbanas, prados, terreno sobre tierra batida etc. La delimitación del terreno de juego se marca con rayas o líneas (60 - 70 metros de largo y 15 – 20 de ancho), pudiendo variar la raya que delimitan ambos campos, dependiendo del lance del juego (ataque o defensa y parada o salida de la pelota). Principalmente se juega al aire, con la pelota de cuero rellena de hilo de lana de oveja y alma de caucho (en la actualidad). Para proteger las manos, los zagueros utilizan la herramienta denominada laxoa (pequeño remonte de capas curadas de piel de vaca con forma de uña larga y curva y los delanteros un guante con forma de cuenco utilizado también en la modalidad de “pasaka” en el trinkete tradicional vasco. Pueden jugar 4 contra cuatro, iniciando el juego botando la pelota en el “botarria” (antes de piedra) o “botilo” (actualmente de madera).

La pelota va y viene al aire, hasta que alguna pelota es parada por el equipo adversario, o simplemente sale del espacio de juego.

La primera variable, se inicia con que el equipo que “defiende” se sitúa delante de una pared o frontis con un área de pavimento de piedra. El equipo atacante, bota en el “botarria” hacia el espacio delimitado por unas rayas situadas en el frontis. En este espacio el equipo que defiende, tiene opción de responder golpeando o resbalando con al “aire” o dejando que la pelota rebote en la pared y lanzarla contra el equipo que ataca.

En esta variante, la herramienta “laxoa” resulta incómoda para la postura del rebote, que requiere un juego de muñeca muy forzado. La herramienta laxoa, está diseñada para el lanzamiento al “aire”.

La decadencia de un juego coincide con las transformaciones del mismo.

Comienza el desarrollo de la herramienta conocida como “xistera”. Cesta de estructura de madera de castaño y revestimiento de mimbre trenzado, con guante de piel atado con una cordel a la mano, utilizada por los dos “zagueros”. Los delanteros, mantienen los guantes de piel de vaca conforma de cuenco. La xistera, es más ligera y permite lanzar la pelota más rápido y más lejos.

Esto no supone la desaparición de las modalidades anteriores. Simplemente se superponen o sustituyen, en función del lugar en que se practica.

El rebote, inicialmente jugado contra una pared, sigue siendo juego directo, pues los equipos juegan enfrentados, pero el frontis adquiere ya un protagonismo fundamental en la transformación morfológica del espacio del juego de la pelota. Al equipo que defiende, se le permite jugar con el rebote, mientras que el atacante debe jugar al aire.

El espacio del juego de la pelota, ya propone una pared y un área delimitada pavimentada, obligando a la pelota poder botar y rebotar. El bote en el suelo pavimentado, comienza a ser parte del juego vivo.
La pared debe coincidir con un espacio de juego abierto y longitudinal. Las paredes de edificios entorno a las plazas longitudinales, adquieren importancia, pues congregan a la multitud para disfrutar del juego de la pelota.

Las iglesias, ayuntamientos y edificios varios, condicionan sus fachadas para formar parte del espacio del juego.

Ventanas tapiadas, suelos parcialmente pavimentados, modifican arquitectura y urbanismo, para adecuarlos al espacio del juego. El pretil, perimetral sirve de límite para el público y conforma los espacios urbanos de multitud de poblaciones de Euskal Herria (gipuzkoa, Bizkaia, araba, nafarroa e iparralde).

El espacio de juego se sitúa en el centro de la villa, entorno a la iglesia y/o ayuntamiento, formando una característica planta longitudinal, con al menos una pared o frontis.

La construcción de la pared del segundo rebote, inicia la segunda transformación del espacio del juego de la pelota del juego directo en los espacios urbanos.

El juego del rebote participan cinco jugadores contra cinco, formando dos zagueros con cestas de castaño y mimbre y tres delanteros con guante de piel curada de vaca, en cada bando. El sacador utiliza el “botillo” para realizar el saque, que se realiza a mano desnuda (“main nue”), hacia el rebote del equipo defensor. El juego transcurre con el vaivén de la pelota lanzada de pared a pared, situadas entre 80 y 100 metros de distancia entre ellas. Cada localidad dispone de un espacio de juego diferente (con una pared o dos). El juego se adecua a las diferentes situaciones y terrenos.

La construcción del “segundo” frontis en el juego del rebote, se realiza con muros cimentados y soportados con contrafuertes en la trasera de los mismos. Mientras que el “frontis principal” se situaba en la pared o fachada de un edificio significativo (iglesia, ayuntamiento, palacio…).

Hay que recordar que estamos hablando de los espacios de juego de la pelota en cascos antiguos. Los espacios para el juego de la pelota construidos ex proceso, han sido espacios y construcciones que merecen un capitulo aparte en este análisis, pues los considero edificios o espacios, construidos para y por el desarrollo del juego; mientras que los primeros, son resultado de la conquista del juego de la pelota al espacio construido o urbano.

Los frontones de pared izquierda

A comienzos del siglo XIX se construyen los primeros espacios para el juego de la pelota, compuestos de frontis y de pared izquierda. La pared izquierda implica dos cambios conceptuales de gran importancia.

El primero, el que significa el establecimiento del denominado juego indirecto. Los equipos juegan en el mismo espacio y lanzan la pelota a la pared para que su rebote, sirva al equipo contrario, a repetir la acción, permitiéndose un bote de la pelota dentro del ámbito marcado por rayas. Al frontis se le marca un límite sobre el suelo, el cual hay que superar, como si de una red, limitando la altura, situada entre dos campos de juego, se tratara.

Esta modalidad, ya se juega (incluso en la actualidad) con el frontis y la plaza abierta (principalmente en iparralde), si bien, no tendrá el desarrollo y la evolución que ha tenido el denominado frontón de pared izquierda.

Recordar que el juego original, supone atravesar con la pelota la raya que limita dos campos.
El frontis se convierte en un espejo, del espacio virtual del juego directo. Reduciéndose la longitud necesaria para el juego directo de 60 – 100 metros, a un espacio de 30 – 50 metros del juego indirecto. La anchura varía entre los 15 y 20 metros, si bien la raya se situará entre los 10 y 13 metros, depende del lugar y la modalidad para la cual se construye.

La pared se sitúa en el lado izquierdo. Si bien, ya se utilizaban espacios del juego de la pelota con pared a la derecha (“arkupes” o “kontzejupes”, denominación de los bajos de ayuntamientos y pórticos de ante iglesias…).

El segundo, es la transformación morfológica de la arquitectura de los espacios urbanos que construyen el espacio de juego de la pelota, adecuado al juego indirecto. En las construcciones que permitían la construcción de la pared izquierda, sobre el original frontis situado en un edificio de construcción previa, se levanta un muro a la izquierda, sobre cimentación y contrafuertes (principalmente de piedra), que llegan a anular las vistas a la plaza de grupos de viviendas, situados a primera línea de la plaza, o cerrar el espacio de la plaza con el mismo (Ermua, Ea, Elorrio, Mundaka, Ondarroa, Otxandio, Elgoibar, Azpilikueta,…).

Es curioso el caso del frontón de Laguardia, donde la cerca medieval (vertical), sirve para situar el espacio del juego de la pelota, construyendo la prolongación de una torre de la propia cerca, un muro de piedra, para formar el primer frontón de pared izquierda, existente en la localidad.

Los espacios para el juego de la pelota, con pared izquierda en los cascos antíguos, coincide con un relanzamiento del juego, pero esta vez en la modalidad de juego indirecto. Se construyen multitud de frontones (esta vez edificios, con paredes y graderíos) denominados “industriales”. El juego y los jugadores se convierten en parte de un negocio, coincidente con la época, donde el ocio y el bienestar, son objeto de culto, para la clase media y alta, que merecen un capitulo aparte.

La evolución del juego deriva a una deformación del mismo, hacia el espectáculo equiparable a cualquier actividad cultural como el teatro o el circo, sin arraigo alguno con el espacio urbano en que se desarrolla; construyéndose frontones dentro de la trama urbana, tras fachadas integradas en la trama urbana, entre medianeros, hasta edificios exentos, de diferentes estilo y procedencia.

Reflexión e hipótesis de trabajo

Es curiosa, la transformación del espacio del juego del espacio abierto del juego directo, al juego indirecto con la incorporación de una pared.

Se asemeja al juego de pelota bajo los pies de las murallas.

En Italia, aún se juega en varias localidades, el juego de pelota (juego directo), a los pies de las murallas. La evolución del espacio del juego al edificio para el juego de la pelota (sferisterio) mantiene el muro lateral (el cual sirve para el desarrollo del juego).

El muro lateral, no era fundamental en la concepción del juego, como se entiende en la actualidad en el juego de la pelota en el territorio de Euskal Herria en el juego directo. Varios ejemplos ilustran cómo, el espacio extramuros, es adecuado para el juego. Habría que analizar más en profundidad, los recintos amurallados de Orduña, el espacio extramuros de la villa de Bilbao (calle de la pelota), el actual frontón de Getaria, situado extramuros, el caso de Hondarribia, que ya aparece definido como espacio para el juego de la pelota en el plano magistral de la “plaza de Fuenterrabia” del siglo XVIII, o el caso de Laguardia.

En este sentido hay una relación interesante entre el juego de la pelota y los cascos antiguos, las murallas, y los entornos a los edificios históricos, donde el juego tuvo una trascendencia muy grande, compitiendo incluso entre regiones.

Los partidos entre jugadores de diferentes países, que jugaban con público tan importante como los reyes y emperadores, Desde Cartagena hasta la Gran Place de Bruselas, pasando por la Toscana Italiana, y su similitud con el juego de la pelota Maya (entre murallas), requieren un análisis histórico más profundo.


El juego de la pelota bajo la muralla. Bajo el muro.

Si bien, entiendo que el origen del juego no precisa en sus comienzos de ningún condicionante constructivo, para su desarrollo, el espacio por excelencia para elegir un espacio adecuado es el muro. La muralla.

La consecución del espacio urbano por excelencia par el desarrollo del juego, se configura con muros existentes en los edificios de entornos públicos. La pared de la iglesia, las paredes del conjunto de las viviendas de los centros urbanos y las murallas. Sobre todo en aquellas poblaciones que han construido fortificaciones en su entorno.

Las defensas, dejan de ser necesarias y las actividades extramuros, resultan interesantes para la práctica del juego de la pelota.

Coinciden varios ejemplos en poblaciones Italianas y en Euskal Herria, que mantienen esta tradición, si bien muchos de su espacio ha perdido los elementos que configuran el espacio del juego, o ha sido trasformados en frontón de pared izquierda para el desarrollo del “blé” o juego “moderno” es el caso de Laguardia.

En Hondarribia, cartografía histórica recinto amurallado del siglo XVIII, señala el espacio del juego de la pelota, representado en un cuadro del siglo XIX de Gustave Colin, el juego de la pelota (o laxoa) con el baluarte de la reina representado al fondo. El espacio, desaparece y se construye un frontón de pared izquierda enfrentado a la muralla en el siglo XVIII, derribado en el siglo XX (1970). El caso del frontón de Laguardia, sin haber confirmado la existencia previa del juego de la pelota en ese espacio, en la actualidad se mantiene el frontón de pared izquierda, construido en el siglo XIX, apoyándose en la misma muralla de la villa.

Hay textos que afirman la existencia de la práctica del juego en la muralla de Orduña, la villa de Bilbao, Getaria  (el actual espacio del juego situado donde existía la antigua muralla medieval).

En la actualidad en las poblaciones de Treia, Castalfero, Montemagno, o San Damiano, se sigue practicando el juego de la pelota en sus diferentes modalidades, bracciale, tamburello

El juego, ha servido para reserva de un espacio extramuros, dignificándolo, dotándolo de tradición y arraigo, así evitando el derribo o la invasión del mismo, con construcciones anejas, que desvirtuaran su origen defensivo.

La trasformación del espacio amurallado en idóneo para el juego para la pelota, ha servido en el caso del juego en Italia, en la  construcción del “sferisterio”, donde la pared vertical (la muralla) se ha replicado exproceso, para la consecución del juego.

La trasformación del espacio amurallado, en la variante de Euskal Herria, es consecuencia de una evolución del juego condicionando el espacio del mismo; una pared construida perpendicular al muro (formando la pared izquierda), o un muro con una pared perpendicular (formando el frontis).

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