2012/06/14

EL JUEGO DE LA PELOTA Y SU IMPLANTACIÓN EN EL ENTORNO URBANO


EL JUEGO DE LA PELOTA Y SU IMPLANTACIÓN EN EL ENTORNO URBANO

Las actividades que se implantan en el territorio, dejan una traza a modo de construcción propia. No obstante, las actividades esporádicas, apenas dejan huellas de la misma, si bien la toponimia o registros históricos (autorizaciones, sanciones, prohibiciones…) incluso pinturas, o fotografías, señalan el como y donde pudo haber constancia de alguna actividad, no propiamente de interés general, pero que forma parte de la antropología de la sociedad que habita un territorio concreto.

En este sentido, identificando las trazas que ha dejado el juego de la pelota a modo de construcciones, o según haya sido o sea la relación con las construcciones existentes, podríamos establecer una escala, a modo de “grados de implantación”. Esta “clasificación” será la base de la tesis de la investigación, donde se quiere identificar la evolución del juego, su desarrollo y la huella que deja en el urbanismo, al contrario que identifica los espacios de juego de la pelota, según las diferentes modalidades del mismo.

La definición de los “grados de implantación”

El numero de construcciones fijas, que sirvan o sean necesarios para el desarrollo del juego de la pelota, será el que nos marque el nivel de inserción en el urbanismo de los cascos antiguos. Estas construcciones, forman parte de las características de los espacios públicos de las poblaciones. De manera, que una vez terminada la actividad lúdico – deportiva, las construcciones recuperan su condición de elementos urbanos y arquitectónicos, de primer orden, donde cualquier otra actividad, es perfectamente adecuada en el mismo espacio.

Así el “grado de implantación” definirá la “ausencia” de entrono urbano en su grado mas bajo o grado 0. Mientras que en su grado más alto, o grado 5, define la construcción con más elementos, incorporados al entorno urbano, definiendo y acotando un espacio o recinto, casi cerrado, claramente diferenciado del resto.

Los edificios construidos para el juego de la pelota

El diseño y construcción de un edificio para acoger una actividad lúdica, no la vamos a incluir en la misma escala; pues pasaría al grado de edificio y no se transforma en espacio del entorno urbano.

En este caso, el juego se confina en un recinto cerrado, y se introduce al espacio privado. El juego desaparece de las calles y plazas para ser objeto de deseo. Promovido por intereses económicos, las construcciones para disfrutar de la actividad lúdica, previo pago de entrada, ven en el juego de pelota un cebo muy apetecible, para una sociedad que modifica sus hábitos y se acomoda, permitiendo la progresiva desaparición del juego del entorno urbano.

Esta forma de disfrutar y practicar el juego es la habitual en nuestros días.

Aquí podríamos hacer otra relación de recintos, cerrados, generalmente con gradas, descubiertos en los inicios, cubiertos casi la mayoría en la actualidad; que no nos interesa profundizar en este trabajo, pues su relación con el entorno urbanos es similar a la de los edificios de publica concurrencia; los exentos conforman cuatro fachadas y uno o dos los situados entre medianerías.

Grado 0

El espacio de juego se conforma con unas marcas naturales, o artificiales, pero una vez terminada la actividad, desaparecen. Sería la definición del “campo de juego” o “Soropil”, “pilotasoro” (denominación que podemos encontrar en la toponimia de Euskal Herria). Este espacio de juego, no precisa de ninguna adaptación, más que la superficie parcialmente horizontal, que puede situarse en el campo, prado o “soroa”.

En estos espacios se practica la modalidad de “bote luzea”, que ni siquiera es necesario el bote en el saque inicial, practicándose al aire, entre dos equipos de cuatro miembros.


Grado I

Cuando el espacio del juego se sitúa en el entrono cercano de construcciones como la muralla de las poblaciones, las plazas centrales, o en la calle, entre viviendas. Las construcciones que rodean el espacio, no afecta al desarrollo del juego, aunque puede tomar parte en el mismo. De esta manera, tendremos dos elementos que ya insertan elementos propiamente del espacio de juego en el urbanismo de las poblaciones o sus entornos cercanos.

Se produce la conquista del juego en el entorno de la muralla, o dentro de las plazas de los pueblos, , solo condicionado por las proporciones necesarias para el desarrollo del juego, con una relación de un largo de la menos 60 - 80 metros por la cuarta parte de ancho.

Elementos que lo señalan:

Botarria

Con la piedra de saque, “botarria”, “sakearria”, se incorpora un elemento habitual en otras modalidades posteriores, como el guante – laxoa entre otras.

Pretil

El “pretil”, será el primer elemento urbano que confina el “recinto”, que marca las proporciones del espacio de juego. Podríamos señalar que este asiento, o grada perimetral, es la primera versión de la futura grada escalonada.


Grado II

El espacio de juego utiliza partes de edificios preexistentes, para que tomen parte en el juego a modo de rebote durante el transcurso del juego. El saque se realiza en el “botarria” o botillo (baldosa de piedra inclinada, sobre un trípode de herrería o madera), y el resto se realiza al aire o dejando que la pelota rebote en la pared del edificio, habitualmente iglesia, ayuntamiento o similar, donde todas su peculiaridades sirven (tejado, balcones, ventanas,…) para que su rebote sirva para continuar el juego.

Los balcones de las viviendas, las coronaciones del muro de la muralla o los pretiles, sirven de espacio para que los espectadores, observen el juego.

Esta pared es la primera incorporación importante dentro de la gran trasformación del juego, que se producirá durante el siglo XIX.


Grado III

El juego incorpora la primera construcción necesaria, para el desarrollo del juego. Se admite que el juego con el rebote en la construcción preexistente (la pared de la iglesia etc) dinamiza el juego y se construye un segundo rebote o pared, exclusivo para el juego. Se realiza aquí, una construcción del frontis, o rebote, en aquellos espacios o plazas donde los edificios, no configuren totalmente el rectángulo.

Este frontis o pared de rebote, puede ser la pared de resto, o la de la espalda del saque, dependiendo de las características de la pared inicial.

Hay espacios del juego donde las medianeras de las viviendas, dentro de la plaza principal, sirven de rebote indistintamente, o plazas sin configurar un rectángulo, que incorporan un frontis o pared de rebote, para disponer del espacio del juego a pelota, que de otro modo no sería posible disponer, por las características irregulares de la plaza principal.

La pared de rebote, es una construcción generalmente de piedra, reforzada o sostenida por medio de contrafuertes en la parte posterior, o construída como muro de contención de una ladera, que pudiera haber sido desmontada, para formalizar las proporciones de la plaza hasta os 60 – 80 metros de largo, necesarios para el desarrollo del juego.

Es en definitiva la primera gran construcción, característica del juego de la pelota, dentro de los cascos históricos, después del “botarria” o el “pretil”. Incorpora un solado de la anchura de la pared de rebote de una anchura de unos 10 – 12 metros, que facilita la consecución del bote en el suelo, antes o después de haber pegado la pared.

Hay rebotes con paredes ligeramente inclinadas 2 o 3 grados respecto al ángulo ortogonal, para facilitar el rebote mas alto.

Sara, Uitzi, Oiartzun, Doneztebe, Zubieta…son algunos ejemplos.

La plaza de Urroz (Nafarroa) una de las mas peculiares.

Grado IV

A partir de mediado del siglo XIX, se produce una transformación del juego de la pelota. Lo que requiere una investigación más profunda, de las causas que la producen.

La incorporación de la pared izquierda, el suelo liso, duro y homogéneo y sobre todo, la consecución del juego indirecto.

El juego indirecto, es aquel que los contrincantes juegan mirando la pared, en vez de enfrentados. Utilizan la pared para que rebote al lanzar la pelota contra la misma. El suelo y la pared izquierda, sirven para que la pelota bote solo una vez, antes de lanzarla de nuevo contra el frontis. De manera que el recinto del juego lo configuran tres elementos contractivos, fundamentales para esta nueva modalidad. El frontis, pared izquierda y el suelo. Se denomina juego al “blé”, o juego moderno.

La introdución del caucho en la fabricación del alma de las pelotas (kixkia), permite que la pelota bote más y aumenta la velocidad y la duración del juego, permitiendo jugadas mas largas.

En los cascos antiguos, se construyen con más o menos acierto, las paredes necesarias para delimitar este nuevo espacio de juego de la pelota.
Donde podría haber existido una pared de rebote importante, se le construye una pared con contrafuertes a modo de pared izquierda (Mundaka…).

Y donde existe un pared larga se le incorpora una pared a modo de frontis (Laguardia, Getaria en la muralla original, Aizarnazabal…).

Tal sería la pasión y popularidad hacia esta nueva modalidad del juego que la incorporación de las nuevas paredes, se realiza sin ningún miramiento urbanístico, pudiendo quitar las vistas a la plaza de muchas construcciones de los centros de las poblaciones (Ermua, Otxandio…), o perder las vistas al paisaje como en Elgoibar.

Otros frontones, en cambio, se incorporan a las paredes de contención de terrenos, contra el monte etc. (Azkoitia, Ondarroa…) consiguiendo integrar con más habilidad el espacio del juego al urbanismo de la época.

Las dos modalidades siguen existiendo hasta nuestros días, si bien el juego indirecto en frontón de pared izquierda en el centro de las plazas, adquiere mayor relevancia

No obstante se siguen jugando partidos de juego directo incluso en frontones de juego indirecto.

Grado V
Podríamos denominar implantación del juego en su grado V, al frontón de pared izquierda de nueva planta, o bien la trasformación de una pared de rebote del espacio denominado grado III, trasformado a frontón de pared izquierda. Espacios construidos a partir de mediados del siglo XIX, conforman construcciones compuestas por al menos 3 partes, frontis, pared izquierda y pavimento contínuo. Incluyen las necesarias marcas o elementos que limitan el espacio del juego como la “chapa” del frontis, las “líeas” o rayas de la falta (en el cuadro nº5) o la “pasa” del cuadro nº7, construidas con ladrillo o adoquín enrasado con el pavimento, para su diferenciación, o simplemente pintados sobre el pavimento contínuo del suelo. En la actualidad, la mayoría de estos espacios están cubiertos y disponen de gradas. El espacio publico ha desaparecido para convertirse en un edificio “privado” al uso publico.





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